martes, 19 de febrero de 2013

Detrás, a la espalda

El agobio de la pena me espera en cada noche que intento dormir. Las madrugadas pensando como superar el in - movimiento.
Miro a mi alrededor, a la habitación que ocupo, y repaso visualmente lo que me llevaría, lo que vendería y lo que dejaría. Me e desprendido de tanto que está vez costará muchísimo menos. Al fin y al cabo lo material será siempre eso, materia, inerte carente de poder brindarme la tranquilidad tan esquiva que busco.
Ya no me como el mundo cada mañana al salir de casa, ya no sueño con ser princesa , ya no creo. Mi demonio particular me dejó seca, sin ganas de ser. Veo que la única salida que vislumbro  aparte de la fluoxetina, es volver a los míos, dejar el exilio familiar y acogerme al tibio resguardo del Pather. Sí, quiero volver. Ahora más que nunca, ahora que se han acabado las calles que quiero visitar, los amores por encontrar y las raíces que echar. Quiero volver al sitio que nunca me echo y siempre quiso que volviera. A los amigos, a los olores, a las palabras conocidas, a los recuerdos de infancia a esas  cosas nuevas que cambiaron sin mi. A esos 10 años que no estuve.
Y sin quererlo me voy despidiendo de esos  lugares a los que nunca fui y de esa gente que jamás llegue a conocer y voy planeando los días que quedan, no se cuantos, 100?, no se, pero yo se que ya aquí no estaré, que ya aquí mi vida se ha truncado, que aquí no hay nada.

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